Historia de vida

Cuando se plantea la necesidad de brindar la información básica que resume la historia de vida para darle al visitante de la página una referencia de mayor aproximación, surge una extraña combinación de pudor y transparencia.

El apellido Liwski, es de origen Polaco, de raíz católica y se lo puede rastrear desde los años 1600. El abuelo era ferroviario y como picapedrero hacía el tramo Varsovia – Viena, en invierno a 30° bajo cero. Fue sindicalista y según cuentan respetado y querido por sus compañeros. Se casó con Sara Huberman y allí el amor produjo el primer momento mixto y ecuménico de esta familia donde convivimos armoniosamente con el origen cristiano y judío.

Llegaron a la Argentina al inicio del Siglo XX, encontraron solidaridad, trabajo, casa y educación para sus hijos. El abuelo me transmitió el sentido de la lealtad, el amor al pueblo y a la Argentina y en la década del 50 me conectó con el sentido Nacional y Popular.

Por la línea materna llegaron mis abuelos desde Ucrania y su destino fue Entre Ríos, Colonia Domínguez en Basabilbaso. Allí los Bendersky hicieron historia y el abuelo Benjamín se unió a los campesinos pobres, participó en la creación de la Federación Agraria y presidió la primera cooperativa de productores, luchador incansable, amaba el cooperativismo.

Mis padres seguramente no defraudaron a sus padres, sus vidas fueron de trabajo, honestidad, compromiso social, con un sentido amplio de familia para que sus hijos crecieran con fuertes raíces y generosas alas. El respeto por la diversidad y las causas justas fueron su legado. Siento una profunda admiración y reconocimiento por estos orígenes familiares.

Junto a mi hermano Jorge crecimos alentados por un sentimiento de libertad, creatividad y solidaridad. Mi padre era un reconocido cooperador y fomentista en el barrio de Villa Ortúzar, CABA, mi madre entre otras actividades, voluntaria en el Hospital Tornú. Él hizo la escuela técnica y fue obrero textil, ella escuela nocturna de artes y oficios, trabajando en la industria química en el barrio de Barracas.

Se unieron y con el Peronismo y los estímulos de promoción – máquina de coser Singer –organizaron un pequeño taller de costura, ingresando de ese modo en la clase media productiva.

La Fundación Eva Perón era la seguridad laboral y económica; en 1955 con el Golpe de Estado perdieron todo y empezaron de nuevo.

De la muy modesta Escuela pública del barrio pasé al secundario en el colegio Mariano Moreno. Desde el primer año, delegado de curso, sin embargo no pude concluir en ese querido colegio, la razón, la pasión por el fútbol. En tercer año debí cambiar de colegio, dado que no había vacantes en el turno contrario y la necesidad tenía nombre: Asociación Atlética Argentino Juniors. Seguí los estudios en el Nacional Urquiza con otro contexto y la misma vocación, al segundo año fui elegido Presidente del Centro de Estudiantes.

Había iniciado mi camino en el Club desde la novena división y a los 16 años fui convocado a entrenar con la primera división – no podía creerlo – , me mataba en los entrenamientos; con el tiempo entendí que lo más importante lo había aprendido fuera del arco y el área chica, había entendido el sentido estético del fútbol desde la ética deportiva, la solidaridad y el respeto por el adversario, todo lo cual forjaba un tipo de personalidad que me acompañaría en cada etapa; gracias querido Pepe Morales, Manuel Giúdice, Victorio Spineto – entrenadores-.

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El fútbol, la militancia estudiantil y la muchachada del barrio, se fueron mezclando con la política y en este punto tuve una única y permanente definición; caminar junto al pueblo, con los más humildes, con los trabajadores por la liberación nacional y social. Me ayudaron a pensar desde vecinos sindicalistas peronistas, pasando por el inolvidable Raimundo Ongaro, hasta las cintas grabadas de Perón desde su exilio y escuchadas con respetoso silencio en un pequeño lugar repleto de compañeros y en un sitio lejos de los ojos vigilantes de los grupos dominantes.

A los pocos años de ingresar en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de La Plata, fui elegido delegado. Poco después llegaba el Golpe de Estado contra el Presidente Illía, no lo voté y condené la elección proscriptiva, pero la noche del despojo del poder elegí estar en la Plaza de Mayo para repudiar a los golpistas.

La lucha universitaria se unió al calor de las movilizaciones obreras y así nos encontrábamos los trabajadores en huelga del frigorífico Swift de Berisso, con los estudiantes buscando un mismo horizonte liberador. Me correspondió como delegado general asumir la toma de la Facultad con exigencias que iban desde el cambio del Plan de Estudio hasta la renuncia del Decano.

De la resistencia peronista el camino que condujo a la CGT de los Argentinos y el Congreso Normalizador de la CGT en Huerta Grande, fueron los lugares de identificación.

Llegaría luego el Cordobazo, el Correntinazo, y otras puebladas que nos dejaron nuevos mártires, Santiago Pampillón en Córdoba, Juan José Cabral en Corrientes. Nuestro homenaje se cristalizó cuando al hablar en nombre de mis compañeros en el acto de graduación propuse, con consenso previo, juramentar por Hipócrates y nuestros compañeros asesinados por la Dictadura.

El país y parte de América Latina vivía un momento de asenso revolucionario y las jóvenes generaciones nos sentíamos convocados a ser protagonistas activos de este tiempo histórico.

El ancho espacio del peronismo y la doctrina social de la Iglesia fueron acción y juramento para sumarme de manera activa a la construcción de una Argentina integrada a América Latina, con una democracia participativa sostenida en la Justicia Social, la independencia económica y la soberanía política. El camino no fue fácil y las contradicciones en muchos casos generaban profundas dudas y reflexiones. Por entonces participé activamente en el Movimiento de Derechos Humanos que tenía como principal objetivo la libertad de los presos políticos y la denuncia de las torturas y arrestos ilegales.

Estuve en Ezeiza en el retorno de Perón, en la columna de los trabajadores Municipales de Morón debajo de la pancarta de la lista marrón. Admiraba al líder, sentía que el pueblo argentino y los trabajadores más humildes en particular, recuperaban el camino que había sido truncado en 1955. Veía en la Constitución de 1949 los fundamentos doctrinarios y jurídicos de una argentina soñada con los derechos de los trabajadores, ocupando un lugar central, los derechos de la ancianidad, los derechos de la familia, los derechos a la educación entre otros. Y también sabía y sentía la humillación sufrida por nuestro pueblo cuando los sectores poderosos pretendieron despojarlos de estos derechos conquistados.

En este contexto nacieron mis primeras dos hijas, Ana y Julieta, a quien se le sumaría varios años después María fruto del amor con Carmen Celiz, compañera de todo momento y arraigada a los principios éticos que dignifican la condición humana.

Las tres hijas siguieron el camino del arte, en la plástica, en el escenario, o María en la formación académica en la Universidad Nacional del Arte, siento un profundo orgullo en la construcción de este grupo familiar.

Fotos Familiares

Tras la muerte del General Perón, tuve la profunda convicción que se iniciaba el camino de un nuevo Golpe de Estado en el cual la confluencia de los sectores concentrados del poder económico llevarían a las Fuerzas Armadas y de Seguridad a ser protagonistas del genocidio iniciado en 1976 tras el Golpe de Estado que despojara al Gobierno elegido por el pueblo, burlando de ese modo una vez más, la soberanía popular.

Perseguido y hostigado desde ese momento, mantuve la decisión en las limitadas condiciones de entonces, a permanecer en un inclaudicable compromiso junto a mis compañeras, compañeros y vecinos de La Matanza. Lo que continuó queda registrado en mi declaración en la CONADEP y presentada en el Libro «Nunca Más». Ver declaración

A las pocas semanas de recuperar la libertad y en los finales de la Dictadura, regresé desde mi lugar profesional y mis convicciones sociales y políticas a organizar el Centro de Salud en el Barrio Conet de Isidro Casanova y en cooperación con la comunidad de Guadalupe junto al magnífico grupo de curas Salesianos.

En el regreso a la democracia se reafirman el sentido patriótico del nuevo período histórico pero con nuevos desafíos. Por un lado el Peronismo luego de la derrota electoral que diera nacimiento al Gobierno del Dr. Raúl Alfonsín, representó un verdadero cimbronazo y la necesidad de contribuir activamente a la recuperación del espacio histórico del Peronismo, fortaleciendo al mismo tiempo las instituciones aún débiles de la democracia recuperada.

Participo activamente en la fundación del CODESEDH, milito en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, colaboro activamente con Abuelas de Plaza de Mayo (Ver http://norbertoliwski.com.ar/apoyando-la-tare…de-plaza-de-mayo/ ‎), reconstruyo vínculos interrumpidos por la Dictadura Cívico Militar, entre otros, con los compañeros obreros rurales de Marcos paz del cual fuera médico del sindicato hasta el día del Golpe de Estado; también con los compañeros y compañeras de los Hospitales públicos particularmente del Hospital de Morón y del Instituto Materno Infantil de Lanús, entre otros muchos espacios.

Asumo transitoriamente funciones en el ámbito Nacional y Provincial, en cada oportunidad en áreas marcadas por las políticas públicas hacia la niñez y la adolescencia en las diferentes esferas de la salud, el desarrollo social, participando activamente en los debates que acompañan internacionalmente el nacimiento de la Convención sobre los Derechos del Niño y en nuestro país, el camino crítico que conducirá años después, a la construcción de una nueva legislación basado en el enfoque de Derechos Humanos y que se plasmara en las legislaciones de promoción integral de derechos de niños, niñas y adolescentes.

En este camino que brevemente he señalado puedo reconocer muchísimos nombres y situaciones que marcaron buena parte de este trayecto, desde la valoración permanente por el pensamiento y la obra de Perón y Eva Perón, el compromiso revolucionario del compatriota Ernesto Guevara, la responsabilidad de dirigentes sindicales como Raimundo Ongaro, René Salamanca o Ramón Rodríguez, la capacidad creativa de la Profesora Haydé Astigueta, creadora de la primera experiencia de una Escuela de Integración del Niño Discapacitado, o la inmensa tarea de millones de mujeres y hombres que han dado en cada momento de su vida la entrega permanente a los sueños de una Patria que honre a la dignidad de nuestro Pueblo, con Independencia, con Soberanía, con Libertad y Justicia Social.